Suena : Día de lluvia- Carlos Rivera y Abel Pintos
La biología es lo más pequeño que hace a alguien una madre
Oprah Winfrey
A veces sucede, que hay personas que te recuerdan hechos, bien sean vividos, imaginados.
A veces sucede que te encuentras por la vida, personas generosas , humildemente sabias, generosas en cada paso que dan, en cada palabra, en cada gesto [ conocido o no ] .
También sucede, por suerte, que las personas te dibujan sonrisas mientras estás tomando el café
Hoy publico algo viejito que leyendo a Ester me lo ha recordado . Hoy esta entrada [ con el permiso de Ella] es compartida .
Espero os gusten en cierta medida, las dos caras de la misma moneda
Una voz la devolvió a la realidad, por megafonía anunciaban la inminente salida del Expreso.
Su cuerpo se heló, asustada por el poco tiempo del que disponía para estar a tú lado. El miedo la estaba paralizando, las palabras más deseadas no salían, se agolpaban en su garganta pidiendo paso, era tanto lo que quería decirle y tan poco tiempo que su mente no lograba organizar todo ese cúmulo de sentimientos que brotaban de su interior
Lo miraba, contemplaba tu actitud.
-¡Que distinta a la mía, amor mío!
Eva le seguía rogándole una mirada, un gesto que le diera a entender que los dos sentían lo mismo.
La desesperación hizo que le agarrara su mano, con la rabia de una fiera herida, le clavó las uñas hasta que un quejido salió de tu garganta,
¡Mírame ! le rogaba sin hablar; sus ojos brillantes hicieron el resto.
-Tranquila cielo, estaré bien y me sonreíste.
¡Bien!. ¡ Él claro que estará bien!
Le seguía, le miraba, sus ojos le pedían un beso, un abrazo, una caricia, pero sus ojos se centraban en cosas vanas y absurdas…
En ese instante, sonó el último aviso, un aviso que venia acompañado de una mano invisible que le desgarró las entrañas, su alma sangraba, el dolor era tan intenso que apenas una lágrima se deslizó por sus mejillas, sus piernas no le respondían, se sentía desvanecer ya no por tu partida, era la indiferencia que percibía, herida de amor necesitaba su auxilio y no lo veía.
Un beso apresurado humedeció sus labios y se mezcló con las lágrimas, lágrimas de amor y desesperación.
Ennegrecidas por la carbonilla del expreso al partir.
Lágrimas que durante ocho meses ocultaría como su vientre.
María ©
Fue una tarde, ya de noche...
vengo a decírtelo ahora
ahora que te tengo enfrente,
era fiesta, ¿o no lo era?
recordarlo no lo recuerdo,
y nos fuimos monte adentro
tampoco sé como de adentro
pero nos fuimos los dos,
perdimos la voluntad,
las ganas nos ganaron,
el deseo nos cegó;
así tal como te cuento el cuento
ahora aquí, solas tu y yo,
muy despacio te lo aclaro:
allí te concebimos
sin saber el significado
de una palabra extraña
ni de unos actos nuevos.
Y nos quedamos solas
solas las dos, tu no me veías
y yo sin verte te sentía;
y así con la pena prendida
el alma triste y partida,
aprendimos a querernos
así como te quiero ahora
como te he querido siempre.
Pasó el tiempo, esos meses,
nadie dijo nada, nadie reclamó
y ahora ya no es hora
ahora sí que no.
Sin contarte que fue duro, que no tenía experiencia, que me daba miedo romperte, que sola pero contigo, que crecí de golpe, que me hice mujer, muy mujer, que me salté unos años, que me enfrenté al mundo contigo y por ti.
Así y no de otra manera.
Así .
Así .
He entintado de un color azul
el cristal con que miras el cielo
para que cuando falte luz
yo te pueda cambiar los inviernos.
Y he guardado mi corazón,
en tu piel,
para siempre abrazarte.
Me he robado un poco del sol
para que en tu mirada no falte.
Tengo un día de lluvia
por si acaso quisieras bailar
y una noche de luna
para cuando quisieras soñar.
Tengo un día vivido,
buscaré algún refugio en el mar
para que no lo encuentren,
para que no se pueda borrar.
Día de lluvia
Carlos Rivera y Abel Pintos