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sábado, 22 de febrero de 2020

Voces





Por una gota de tu voz,
en el desierto de mi corazón,
por encontrarte una vez más
abro el cielo de par en par .
Abel  Pintos

Voces

       En ocasiones me he parado a escuchar que me decían las voces. Que estupidez, le parecerá a alguno, las voces siempre dicen algo, y es cierto, pero no me refería a lo que articulaban las palabras, no a lo que mi interlocutor intentaba decirme, no a eso exactamente; me refería a lo que me decía la voz por su hechura, textura, ritmo y cadencia...

     

    Es realmente agradable saber como es una persona al escuchar su voz, aun conociendo que el sonido del teléfono, si es que este es el medio por el que se transmite, hace que pare un poco más grave de lo que es en realidad.

          Disfrutas sintiendo como su velocidad en expresarte las cosas la hace parecer impaciente, como si se engancha pronunciando las palabras interpretas su nerviosismo, como en ocasiones se torna nasal por una postura, o como alarga las vocales o las acorta sin que su voluntad esté implícita en su forma de comunicarse.

        Hasta los susurros, siseos, dejes y énfasis... Cuanta poesía y pasión puede surgir de escuchar una voz. Al fin y al cabo es contacto físico, por que el sonido forma parte de la física, para nuestra suerte.


          Y es que las voces son uno de los atributos humanos que en mi opinión definen mejor a una persona, dulces, graves, suaves, roncas, aterciopeladas o sobrias... qué más da lo que digan, importa cómo lo digan...





En realidad tras esta reflexión me surgen dudas, muchísimas dudas....
Pd. ¿y los acentos? ¿como interpretamos los acentos?
Pd2. ¿es tu voz tu rostro en la distancia?




Besos a mares


Ahora me voy a bailar la vida un ratito
sed felices

¡ Buen finde !

MaRía



jueves, 3 de octubre de 2019

Infidelida[es]



       
          Mientras que a algunos les mata la sensación de culpabilidad después de un sueño erótico, otros se levantan tan campantes al tener una aventura nocturna. Intentamos averiguar algo más sobre ese difuso concepto llamado “Engaño
           
       Seamos sinceros. Ni siquiera el diccionario es capaz de aclararnos con exactitud lo que es la fidelidad. Si su definición lealtad, observancia de la fe que alguien debe a otra persona-es cuando menos enrevesada, peor nos lo pone la Real Academia de la Lengua al explicarnos la infidelidad como falta de fidelidad. Genial. O bien los académicos ignoran la existencia del sexo, cosa poco probable, o bien ese vacío semántico de carta blanca a quien sostiene con perseverancia que solo se engaña con el corazón y no con el cuerpo. Entonces, ¿Dónde empieza la infidelidad? ¿En los pensamientos, en la imaginación, en los besos, en la cama o simplemente en esa mirada coqueta en la terraza de un café? Para entender un poquito mas sobre un tema que afecta poco o mucho –pero casi siempre mal- a todo bicho viviente.
           

        La primera conclusión es que, ante la pregunta ¿Dónde empieza la infidelidad?, 9 de cada 10 mujeres empiezan su respuesta diciendo: Cuando el…, mientras que ellos salvo celos patológicos- responden: Cuando yo…              Como si engañar solo se conjugase en masculino. Pero no creas por eso que todas las hembras son fieles y cornudas. Es mas, tú, que estas leyendo ahora, reflexiona sobre este punto:¿eres fiel o infiel? Patricia Delahaie, autora de una encuesta sobre la fidelidad femenina, se ríe todavía al recordar una respuesta del tipo: Nunca he sido infiel, o en todo caso, muy, muy poco. Y es que el engaño es una noción absolutamente personal y no existe ningún modelo social para definirlo de forma precisa, sino que las normas se establecen dentro de cada pareja.
             

        Otra cuestión que debe tenerse en cuenta es que la mayoría de los estudios cuantitativos se refieren a la infidelidad sexual, pero hay mucha gente, como el sociólogo Sergio Chamizo,  que piensa que actitudes como el flirteo o el coqueteo también entrarían dentro del concepto de infidelidad. Además, pese a esa inexistencia de una norma ética global, la cultura y la religión pesan en cada persona. Así, una musulmana que lleva velo será acusada de infidelidad si se la quita delante de un hombre que no sea su marido, mientras que nadie trata de adultera a una mujer occidental por pasear en la playa en topless. Por la consulta del sexólogo Francisco Tucci pasan incluso mujeres que tienen la impresión de engañar a sus maridos porque otros hombres aparecen en sus sueños, y algunas, incluso, se sienten mal si un compañero de trabajo les dice un piropo. Aunque nuestro sentido de culpabilidad no sea tan extremo y no nos torture, raras son las féminas que reconocen sus infidelidades, ni siquiera confidencialmente. Ellos, por lo contrario, tienden a alardear sobre este tema.


       En lo que nos parecemos ambos sexos es en ser más tolerantes con nuestros propios pecadillos que con los de nuestra pareja.
           

           Busquemos algo positivo en todo esto. Por ejemplo, la psicoterapeuta Paula Salomón explica en su  libro, Bendita infidelidad, lo que puede tener de positivo ser infiel. Si, si, como lo oyes. Puede ayudar a la renovación de la pareja y al conocimiento de uno mismo. “Cuando se ama profundamente a alguien –dice Salomón-, también se ama su crecimiento. La infidelidad puede llegar a formar parte de esa evolución personal. Aceptarlo es sinónimo de mucho amor y generosidad. Si el romanticismo y la moral pesasen menos sobre la infidelidad, que sigue siendo una palabra deshonrosa, habría un menor numero de divorcios. Pasar por una crisis de infidelidad sin separarse es un signo de verdadera madurez”. ¿Opiniones en contra? Entre muchas otras, la de Julia, de 29 años. Para ella, el engaño empieza incluso antes de que haya roce corporal: “se empieza a engañar con la primera mirada hacia el otro. Cuando mi chico mira a una mujer le pierdo por un instante, y eso es una forma de traición”. Cristina teme que las ex novias de su marido “enciendan su imaginación” y a Carmen le mortifica “saberse engañada vía Internet” (según una encuesta reciente el 60% de los buscadores de Internet se consagra al sexo).
           
    ¿Es que el miedo a la infidelidad nos puede volver paranoicos? Según Paula Salomón si, ya que “lo que para unos no es mas que un detalle insignificante para otros puede ser algo dramático. Es más, muchas parejas corren el peligro de caer en una relación sadomasoquista incluso yéndose a una isla desierta. No estoy de acuerdo con la idea de que pensar en otro significa ya ser infiel –explica Paula-. Creer eso es invadir el jardín secreto y la necesidad de erotismo del otro. El cariño por alguien que conocemos hace tiempo no tiene nada que ver con la llamarada de deseo que podemos sentir por alguien nuevo. Este deseo nos hace sentir vivos. Que se materialice depende del pacto de pareja, que puede incluir la cláusula de no exclusividad sexual. En estos casos, acostarse no seria engañar, ya que no hay traición. “Ya Fourier, en el siglo XIX, defendía que la fidelidad de los cuerpos no tenia ningún sentido y que solo contaba la de la mente, Marta una amiga de 40 años me dijo una vez : Mi marido me engañaba de vez en cuando pero, en nombre de nuestra complicidad, lo aguante durante veinte años. El me amaba. Pero una vez le sorprendí con una mirada soñadora y, al preguntarle, me mintió. Comprendí que le había perdido y, por primera vez, me sentí traicionada. Pero ¿se cumple aquello de que el hombre empieza a ser infiel en la cama y la mujer cuando ama? Parece ser que no. Los sexólogos están descubriendo que cada vez hay más hombres sentimentales y más mujeres a las que le gusta el sexo por el sexo sin más complicaciones.
           

         En resumen, los limites de la infidelidad son más imprecisos que nunca, aunque parece que, tanto en hombres como en mujeres, sentirse rechazado por el pensamiento del ser amado es más dramático que ser engañado por su cuerpo.



Por cierto, ¿en quien estas pensando ahora?



* 1ª Fotografía:Diana Dihaze

lunes, 2 de septiembre de 2019

Extraños


      Sabe que a veces es complicada, que reacciona de manera imprevisible, que calla cuando todos hablan, que llora cuando escucha a lo lejos carcajadas.

     Sabe que puede resultar intolerable, imposible, cuando siente esa necesidad de huir, de todo, de ella
    No lleva muertos en su mochila, sólo sentimientos, momentos, instantes, en soledad y compartidos,
a veces, inevitablemente se le borra la sonrisa de un plumazo, sin quererlo, porque sabe que cuando eso pasa puede hacer daño

      Entonces corre, corre, corre, o mas bien huye porque hay silencios que abrazan y otros  pueden ser un foso de futuras sepulturas.

    Escucha los gritos de la turba aullando: lleva demasiados muertos a sus espaldas

Y piensa que tal vez sea verdad, que no soporta más gritos, ni más muertos, ni lágrimas de infelicidad

Agarra su mochila y se va con su soledad
  MaRia ©
17/09/2018


 Amaba a los extraños. 
hasta el punto de sentir el alma vacía 
y caer en el dolor lacerante 
que mata 
que mata con fuerza, violencia, 
que mata varias veces 
que mata la muerte 

Amaba, amaba tener miedo, 
amaba a los que nunca conoció realmente,
los que permanecieron allí, en el umbral del sueño, 
los que no se sacudieron el cosquilleo tibio 
que no abrieron los ojos, mostrándole llamas apagadas, 
realmente amó a los que acariciaron su  mente con su mente 
que abrieron sus piernas con el sol palabras 
amaba a quienes recogían sus lágrimas en lágrimas
 y las besó en silencio
en silencio
amó a extraños toda su vida.




Fotografías: Margarita Kareva

Extraño

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