La libertad no es digna de tener si no incluye la libertad de cometer errores
Mahatma Gandhi
Los Caprichosa viven felices en el campo, siempre han tenido todo cuanto han deseado, su acomodada vida bucólica les ha permitido nutrirse de alegrías y dulzuras, sin paliativo alguno.
Cuando la primogénita de los Caprichosa cumplió los 18 años, pensó que quizá era un buen momento para ganar algo de autonomía e independencia y no se le ocurrió otra cosa que desear un caballo.
Papa, quiero un caballo- decía la niña-.
¿Para qué quieres un caballo, hija? – le preguntaba su padre-.
-Yo creo Papá, que ha llegado el momento de sentirme un poco libre a lomos de un fuerte animal, sentir que puedo tomar las riendas de mi vida y alejarme un poquito de vosotros con la esperanza de tener algún día una vida tan placentera como la vuestra, pero construida por mí- respondió la hija- Y además porque todo el mundo tiene un caballo –añadió con voz más baja.
Ante la elocuencia de tal respuesta, el padre no podía negarse
-Necesitaremos tiempo para elegirte el caballo adecuado – le dijo.
-No hay prisa Papá- sonrió la niña-
Los Caprichosa eran gente ordenada y tradicional, procedentes de buenas familias y acostumbraban a hacer las cosas bien. Así que para elegir al caballo de la niña, colgaron algunos carteles por el pueblo, pusieron anuncios en la prensa local y llamaron a algunos corredores de caballos, que afirmaban representar a los mejores.
Por el rancho de los Caprichosa, pasaron caballos de todo tipo, pasó el caballo percherón con ausencia de buena percha, pasó el caballo de carreras que parecía haberse caído en un cubo de café y que con prisas siempre llegaba tarde a todos lados, pasó el caballo árabe con tanta pura sangre que no sabia hablar más que de su familia, pasó un caballo de tiro que no tenia muy buena puntería, pasó un pony que no daba la talla, incluso pasó un mulo que se afirmaba caballo aunque sus modales le destapaban. Ninguno de los caballos parecía satisfacer a la niña, hasta que llegó el caballo razonable.
-¿Y tu quien eres? – le dijo la niña al caballo-
-Soy el caballo razonable- le dijo el caballo-
-¿Y que raza de caballo es el caballo razonable?, nunca había oído hablar ti.
-Claro que no, ya que no pertenezco a ninguna estirpe famosa- le respondió el caballo orgulloso de su independencia.
-¿Y que te hace pensar que voy a elegirte a ti, caballito?- le preguntó la niña intrigada.
-Pues no me lo hace pensar, el azar me ha traído hacia aquí y quiero saber hacia donde me llevará después.
-Pero entonces, ¿no te importa que no te elija?
-Pues no, pero quizá podría gustarme. Eso aún no lo sé.
El caballo y la niña estuvieron charlando durante largo rato, parecían llevarse bien el uno con el otro.
-Dime una cosa –le dijo la niña- ¿por qué te llamas razonable?
-Porque hago siempre lo que me place, siempre que tenga razones para hacerlo -Respondió el caballo-.
-¿Entonces no vas a ser dócil, ni obediente, ni me llevarás donde yo quiera? -preguntó alarmada la niña. ¿Para que querré un caballo si no hace nada de eso? – Preguntó de nuevo-
-Pues no, pero iremos donde los dos queramos, estaremos contentos el uno con el otro, y nuestra relación será de igual a igual. – y dicho esto se dio media vuelta y se marchó-
-¿Te marchas? Si me gusta mucho como eres… ¿por qué?
-Pues porque aún no me has dado razones para quedarme –le respondía a lo lejos el caballo mientras se iba - pero no te preocupes, quizá algún día vuelva, niña caprichosa.
Y allí se quedó la niña caprichosa sentada en el suelo, esperando la vuelta de su caballo razonable, y haciendo motivos para que volviera.
Cuando la primogénita de los Caprichosa cumplió los 18 años, pensó que quizá era un buen momento para ganar algo de autonomía e independencia y no se le ocurrió otra cosa que desear un caballo.
Papa, quiero un caballo- decía la niña-.
¿Para qué quieres un caballo, hija? – le preguntaba su padre-.
-Yo creo Papá, que ha llegado el momento de sentirme un poco libre a lomos de un fuerte animal, sentir que puedo tomar las riendas de mi vida y alejarme un poquito de vosotros con la esperanza de tener algún día una vida tan placentera como la vuestra, pero construida por mí- respondió la hija- Y además porque todo el mundo tiene un caballo –añadió con voz más baja.
Ante la elocuencia de tal respuesta, el padre no podía negarse
-Necesitaremos tiempo para elegirte el caballo adecuado – le dijo.
-No hay prisa Papá- sonrió la niña-
Los Caprichosa eran gente ordenada y tradicional, procedentes de buenas familias y acostumbraban a hacer las cosas bien. Así que para elegir al caballo de la niña, colgaron algunos carteles por el pueblo, pusieron anuncios en la prensa local y llamaron a algunos corredores de caballos, que afirmaban representar a los mejores.
Por el rancho de los Caprichosa, pasaron caballos de todo tipo, pasó el caballo percherón con ausencia de buena percha, pasó el caballo de carreras que parecía haberse caído en un cubo de café y que con prisas siempre llegaba tarde a todos lados, pasó el caballo árabe con tanta pura sangre que no sabia hablar más que de su familia, pasó un caballo de tiro que no tenia muy buena puntería, pasó un pony que no daba la talla, incluso pasó un mulo que se afirmaba caballo aunque sus modales le destapaban. Ninguno de los caballos parecía satisfacer a la niña, hasta que llegó el caballo razonable.
-¿Y tu quien eres? – le dijo la niña al caballo-
-Soy el caballo razonable- le dijo el caballo-
-¿Y que raza de caballo es el caballo razonable?, nunca había oído hablar ti.
-Claro que no, ya que no pertenezco a ninguna estirpe famosa- le respondió el caballo orgulloso de su independencia.
-¿Y que te hace pensar que voy a elegirte a ti, caballito?- le preguntó la niña intrigada.
-Pues no me lo hace pensar, el azar me ha traído hacia aquí y quiero saber hacia donde me llevará después.
-Pero entonces, ¿no te importa que no te elija?
-Pues no, pero quizá podría gustarme. Eso aún no lo sé.
El caballo y la niña estuvieron charlando durante largo rato, parecían llevarse bien el uno con el otro.
-Dime una cosa –le dijo la niña- ¿por qué te llamas razonable?
-Porque hago siempre lo que me place, siempre que tenga razones para hacerlo -Respondió el caballo-.
-¿Entonces no vas a ser dócil, ni obediente, ni me llevarás donde yo quiera? -preguntó alarmada la niña. ¿Para que querré un caballo si no hace nada de eso? – Preguntó de nuevo-
-Pues no, pero iremos donde los dos queramos, estaremos contentos el uno con el otro, y nuestra relación será de igual a igual. – y dicho esto se dio media vuelta y se marchó-
-¿Te marchas? Si me gusta mucho como eres… ¿por qué?
-Pues porque aún no me has dado razones para quedarme –le respondía a lo lejos el caballo mientras se iba - pero no te preocupes, quizá algún día vuelva, niña caprichosa.
Y allí se quedó la niña caprichosa sentada en el suelo, esperando la vuelta de su caballo razonable, y haciendo motivos para que volviera.
La historia es bucólica como lo es el campo pero tiene una lectura detrás del cuento, el apellido es la pista, las relaciones son a dos bandas y un toma y daca.
ResponderEliminar“Lo quiero a morir” no se puede poner más sentimiento, un jardín abonado y cuidado florece un alma bonita y guapa.
Abrazos de muchos colores
Eres buena observadora Ester, querida.
ResponderEliminarGracias por la mención a "Lo quiero a morir", está escrito como aparece en el blog, hace ya un tiempo, pero considero que nada debe perderse cuando las palabras las dicta el corazón
abrazos muy cálidos, preciosa
ahora ya con el cofi de la sobremesa , escuchando la lluvia caer ( raro ehhhhh jaja)
Creo que no era el caballo indicado, para lograr la libertad e independencia que ella queria, porque el caballo tambien queria su libertad!!
ResponderEliminary "desnudando palabras" me encanto la poesia de las flores y las imagenes con sogas son muy buenas relacionando el amor, la pasion y el cariño.La version de Jarabe de Palo esta buenisima y el video tambien!!
Buen martes MaRia!!
Equivocarnos forma parte de nuestra libertad de decidir…
ResponderEliminarUna bonita historia que lleva implícito un gran mensaje. Y es que… “la libertad es como la vida, solo la merece quien sabe conquistarla”
Muy buen post, querida amiga.
Abrazos enormes, y muy feliz noche 💙
Como me ha encantado tu relato, los caballos son unos animales tan sabios y tan elegantes.
ResponderEliminarUn beso enorme desde Plegarias en la Noche.
Buen relato debemos respetar la libertad de los demás y no vivir de caprichos. Me ha gustado mucho tu relato
ResponderEliminar
ResponderEliminarO es de a dos o acabará imponiéndose el desequilibrio, lo incómodo, el sufrimiento...
Me ha gustado mucho la descripción de todos los caballos (o lo que sea, porque abre la posibilidad de otras interpretaciones) que pasaron por la hacienda.
Biquiños!!!
¡Muy bonito, María! La niña le hace honor a su apellido, cree que tomar las riendas de su vida y ser libre consiste en que se le va a cumplir hasta el mínimo de sus deseos. El caballo razonable, hermoso e inteligente, le ha dado una buena lección.
ResponderEliminarUn enorme besote, guapa.
Quien sabe Gral! solo el corazón de dos seres que saben amarse en libertad, de no moldear al otro a nuestro gusto y semejanza, de aceptarse y admirarse.Y en esa libertad sentirse plenos y felices está el secreto
ResponderEliminarMe alegro , de veras te gustase el post de Desnudando Palabras, son retazos de un tiempo bonito , que no merecen ser olvidadas pues agradezco infinito esos instantes compartidos
Un beso, no , un cesto de besos para ti y feliz día , hermosa !
A ti que te siento tan libre Gin que te voy a contar !! Solo agradecerte tu mirada y tu huella , pues no tengo más que añadir, sabes mirar con cariño y tus palabras siempre dan alas
ResponderEliminarbesitos y feliz tarde preciosa
Sí es verdad Tiffany y símbolo de nobleza
ResponderEliminarun besito al vuelo que te llegue desde esta orilla
Los caprichos son la ventana por donde se escapa la paciencia hasta el agotamiento y con ello el hastío de poder compartir el camino de vida , pero bueno, ella era una niña, espero que ahora que ha crecido sea menos Caprichosa :)
ResponderEliminarbesitos y gracias amiga !
Elegí a los caballos por su nobleza, por su porte y por ser símbolo de libertad, esa que ellos nos hacen sentir cuando cabalgamos junto a ellos.
ResponderEliminarY como tan bien lo describes Alís . O es de a dos, o acabará imponiéndose el desequilibrio y luego el cataclismo ... sea el tipo de relación que sea
Me alegro un mundo, y lo sabes, verte por esta tu casa
besos en una tarde ya de noviembre bastante lluviosa
Hace honor, hace !! querida Mire !!
ResponderEliminarA decir verdad, este cuento está escrito hace un tiempo, y nació de una especie de broma entre un buen amigo periodista y yo, retándome a hacer un cuento a colación de mi alias .
Rebuscando entre antiguos escritos lo encontré y me hizo ilusión compartirlo y recordar con una sonrisa las charlas sobre el mismo
un abrazo que cruce este gran charco con mucho cariño
Qué buen relato, María. Muy simpático y con un mensaje muy sabio y "razonable"
ResponderEliminarBesos de sal y arena.