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lunes, 21 de octubre de 2019

Siluetas en la niebla




       Sucede que a veces las personas se alejan, entre silencios. Es cómo un paisaje; cómo un sendero en el bosque cuando es invierno. Cómo los frondosos y escuálidos pinos que buscan incesantemente la luz cuando las nubes se instalan en un cielo plomizo y la niebla cómplice juega al escondite entre penumbras        

        Sucede, a veces, que la mirada se desgasta de tanta búsqueda y ya no distingue si la silueta que acierta a adivinar es un árbol entre la niebla o esa persona que se aleja, se aleja, se aleja, a penas sin mirar atrás

     Sucede que entonces, no sabes si es la lluvia quién empapa el piso o tus lágrimas que inundan tu alma

     Solo sabes que ya nada será igual: ni el paisaje, ni él, ni tú

      Sucede, a veces, que estás tan cansada de hacer preguntas al eco, que das la vuelta y te vas, con la cabeza alta, cómo los pinos, buscando un sol

MaRia

3/1/2019



Un lugar que solo nosotros conocemos
Caminé a través de una tierra vacía
Conocía el sendero como la palma de mi mano
Sentí la tierra bajo mis pies
Me senté por el río y me hizo sentir completo

Oh cosa simple ¿A dónde te has ido?
Estoy envejeciendo
y necesito alguien en quien confiar
Así es que dime cuando me dejarás entrar
Me estoy cansando
y necesito un lugar donde empezar

Atravesé un árbol caído
Sentí sus ramas mirándome
¿Es este el lugar que solíamos amar?
¿Es este el lugar con el que he estado soñando?

Un lugar que solo nosotros conocemos
Keane©


sábado, 12 de octubre de 2019

En el horizonte de mi mar

     


     El día era triste, pero trajo consigo una nueva esperanza, un nuevo hechizo. Y yo siento que despierta el alba. El amanecer de una emoción que hace que el mundo retome la dirección correcta, sin prisas, sin dolor, sólo con una sonrisa.

      El alma que se vestía en el otoño, para adornar sus colores cálidos, ahora se alimenta de los rayos solares que llegan a través de las nubes. Las penas vuelan como las hojas que bailan en el viento. El otoño se acercaba y consigo el encanto de un sueño.

     Miré por la ventana y las gotas que fluían lentamente a través del cristal, se mezclaron con las que mis ojos derramaban. Lanzamiento del alma en un tiempo para huir y girar en las horas que pasaban. 

     Escribí las palabras que el corazón dictaba sin pensar. Liberé mi  alma para saber que el día de la trampa de la ira. se esfumó.


   El día volvió a estar en el horizonte de mi mar, 
 no es un sueño, es la dulce melodía de mi amor. 

 Vuelvo a sonreír.

Fotografías : MaRía ©

jueves, 18 de julio de 2019

Con[S]cienciaS


      De la consciencia solo quedaba una gota en el fondo de la copa; era blanca, y dado el tiempo que llevaba allí, como cualquier otra conciencia ya habría dejado de estar fresca, sobre todo teniendo en cuenta que era verano.

   ¿Cómo rayos se mantiene una consciencia fresca en pleno verano?

   Quedaba, también una última decisión: beberse hasta la última gota ,dejar que permaneciese allí, como prueba de su existencia o que en un momento cualquiera fuera su mejor tentación .

   Súbitamente, seguramente en aquel instante en que se fuma más de un cigarro, o se busca un mechero en algún lugar , la inconsciente mano deja caer la copa, derramando su última gota por el suelo .

      Todo -seguramente- sucede tan rápido, que antes de poder reaccionar , el gato se apresura a lamer el tibio liquido . ¿Surtirá efecto  esa pequeña porción de liquido en quien, por instinto, se la ha bebido?

     A la mañana siguiente, los dos, la mano y el gato hablaron del tiempo que hacia y de como este verano estaba siendo extremadamente caluroso y seco .

    En la sala, un libro, recitaba en voz alta, y con excelente entonación un poema

   ¡  Y vosotras
cosas sin sentimiento
sin razón
por qué esperáis
para conquistar de una vez
el mundo!


           En la parte opuesta de la estancia, una garrafa de liquido blanco, en el hielo, con un rotulo humedecido , aun se podía leer las primeras letras : cons

         Se oyó un estruendo, al mismo tiempo que un maullido  y una mano aun intento asegurar la copa, pero ya no llegó a tiempo ....

-Cosas de la conciencia  o de la consciencia

             María ©
         

   

lunes, 1 de julio de 2019

Escrita en un susurro

Suena: La memoria y el mar [ Amancio Prada ]


Yo notaba palpitante,
la vida que presentía
entre láminas de sangre,
de una antigua profecía.
Esa exactitud azul,
sobre ese mar nunca en calma
que me devuelve la luz,
a la memoria del alma.


Léo Ferré


     Si tuviera que escribir una carta de despedida para ti y para la vida, lo haría bajo las notas de una hermosa canción.
 
    Lo haría mirando mis manos, de vez en cuando, bajo una luz que acaricia mis dedos.Sin lágrimas y en mi cara una embriagante sonrisa .

   Te diría algo que te hiciera  sonreír y te diría, por supuesto , cuanto me encantó verte reír, sentirte feliz; cuanto amé tu voz, cuanto me envolvieron tus abrazos. 

    Intentaré no olvidar nada ni a nadie, donde tantos instantes han hecho ovillo en mi corazón, donde la memoria de los sentimientos es indeleble, perenne. Lo haría y sé de antemano que más de una lágrima se escaparía besando con ternura la comisura de mis labios 

   Y también te  diría, a costa de no parecer creíble, que este mundo es hermoso y que la vida es un sueño, por tanto, y permite que lo haga, te aconsejaría que la vivieras hasta el final. 

    Sé que este sol es un columpio, viene y se va, pero estoy segura que siempre permanece

     Existir es complicado, pero para algunos parece simple: tienen el sol siempre bien cosido a su corazón,  incluso cuando se lo quitan, saben cómo y dónde encontrarlo.

     Si tuviera que escribirte una carta de despedida para ti y para la vida, lo haría sin dejarte, todo aquello que he sentido por tí. Intentando cortar esos flecos de dudas que siempre permanecieron entre los dos.

   Te abrazaría tan fuertemente como nunca antes lo he hecho y aunque te resulte contradictorio con la suavidad de quién acaricia un recién nacido

   Me  gustaría, terminar  con un adiós, escrito en un susurro; un cálido adiós, solo un susurro 

   Un adiós que no se rompe en la garganta sino que se desliza líquido y se inyecta en el corazón, para que no te golpee demasiado fuerte

     María©

pd/ Iré   feliz con la convicción de que no estarás triste 



*La primera imagen es de mi propiedad  y corresponde a la Isla del Castillo de Sta Cruz

domingo, 30 de junio de 2019

Agua de Vida


Empaparse le digo
[Y ella me contesta]
empaparse es palabra
es verbo, es delicioso
empaparse

Me he empapado
tantas veces,
de tristeza, de alegría
de sol, de oscuridad 
de momentos únicos
de exóticos viajes 
de canciones nostálgicas
de jazz, blues, rock

Empaparse
entre pieles
entre besos
entre caricias
entre palabras y silencios.

Empaparse
 morir en una boca
que bebe las aguas
que otro cuerpo derrama

Empaparse
alma que extraña
corazón que sangra
carne que añora

Empaparse
de letras o
 de sopa de letras


Empaparse
sumergida en mi océano
o en la aridez de un mar de sal

Empaparse
de sueños
de recuerdos
de esperanza

Empaparse
cuando te seca otra boca

Empaparse de vida
es eso
dejar que cada sensación invada
cuerpo, corazón y alma 

MaRia ©

15/10/2018



*Para Luz con cariño, amiga y confidente, luz en mis días de oscuridad 

martes, 25 de junio de 2019

Mari(p)rosa



Siempre fue así
Dulce como las charlas
De los amantes
Libre como las palabras
De los sabios
Caminaba entre pensamientos
Deletreando sílabas
Tatuando una Mayúscula
En su corazón

A veces,
Silencio , preciado  cofre
De quién le regalaba suspiros
Entonces  sus pasos
Eran lentos como caricias

Otras,
Corría, volaba al filo
Del abismo
Entre filosas palabras
Cantaba
Osadas palabras
Que brotaban sin miedo
Desafiando aquellas
Que permanecían escondidas.

Sonriendo
Escondía palabras
Sin dueño
Dándole cobijo en su pecho
Dándole sentido a sus sueños

Cada día
Sonreía con el viento
Ladrón consentido
De su verbo
Entonces
Saltaba con el eco
Y redescubria otras muchas
Que se callaba

Ella,
En las gélidas noches
Se envolvía en cálidas frases
Para después cubrir con ellas
Los buenos días

Tejía cadenetas
De versos sueltos
Para atravesar
Las aguas del tiempo

Llegado el verano
Se vestía de rosas
Bordadas en el pecho
En su cabello un lazo
De satén bordado

Y en sus manos
Alegres canciones
De romerías
Que regalaba a quien
La miraba

Danzaban las palabras que traía
Con todas las que escuchaba
En un baile inocente y festivo
Era la joven más bonita

Dulce y grácil
Cómo las mariposas del campo
Su nombre María
Y siempre que ella sonreía
La Mari-Prosa... Volaba

MaRía 
16/11/2018


Dedicado a mi abuela María

viernes, 14 de junio de 2019

Sentencias Prematuras

Suena : Mari Samuelsen - Timelapse

He dejado  mis uñas en las paredes
para cavar sueños que nunca tuve
prisionera en una celda de acero
ahora que son libres
para escapar de esta presión
voy a volar en sus alas
MaRía


Eran hojas y hojas
desiertas de notas 
a pie de pagina
carentes de números 
una sucesión de actos
desnudas de coraza
de esa capa protectora 
que las protegiese 
sin títulos, 
sin nombres

Eran paginas desnudas
bocas sedientas 
sonrisas brillantes 
entre lenguas, a veces, filosas 
impregnadas de viscosas huellas
gotas de espesa saliva 


Letras
muchas, muchas letras
de palabras camufladas

Tal vez
solo fuera un diario 
de sueños por venir
o un romance 
sin príncipes ni princesas
un drama por definir
comedia  crediticia

Aún así
había quien leyese
y al leer juzgase
fuese lo que fuese
como si de una biografía 
no autorizada
se tratase 

MaRía ©


domingo, 12 de mayo de 2019

Rebelión de colores

        

       No lejos de aquí,  sucedió  que un viejo y sabio matemático llegado  de un lejano país , se sentó en el centro de una callejuela. Su mirada indomable, estaba a estas alturas de su vida, despojada de claridad por culpa de aquel lugar lúgubre donde estuvo su morada durante tantos y tantos años.

           Se atrevió a descubrir nuevos colores, y una pluma de muerte lo abandonó. Trató de adaptar  su retina, tan acostumbrada a ese gris tedioso que fue norma durante tantos años   y sin salir de su asombro, reparó en una rebelión de formas, algunas disformes, que iluminadas de azul parecían salidas de un sueño subrrealista, de aquellos que solía tener cuando regresaba de Galway.





          Fue entonces, cuando estático, cerro sus alas y absorbió el instante, Sonrió a pesar de lo que diría Weirstrass en aquella situación. La ambigüedad del espacio.

          En una tierra sucedió que un sabio, llegado del país de la nada decidió ver. Y vio que nada sabía, y como era sabio sonrió. 

         Hizo de aquel lugar su morada, se apartó del mundo, para que el deterioro de su cuerpo, que la vejez le causaba , no lo despojara de aquellas cosas cuya sabiduría, durante mucho tiempo lo habían  honrado.  Se permitió mirar sin que cualquier algoritmo lo perturbase. Midió con el alma el tamaño del cielo. Calculó con la mente el valor de aquel color y entendió la lo que era la eternidad


Maria©

martes, 7 de mayo de 2019

El viaje

      La vida y el mundo son el sueño de un dios ebrio, que escapa silencioso del banquete divino y se va a dormir a una estrella solitaria, ignorando que crea cuanto sueña... Y las imágenes de ese sueño se presentan, ahora con una abigarrada extravagancia, ahora armoniosas y razonables... La Ilíada, Platón, la batalla de Maratón, la Venus de Médicis, el Munster de Estrasburgo, la Revolución Francesa, Hegel, los barcos de vapor, son pensamientos desprendidos de ese largo sueño. Pero un día el dios despertará frotándose los ojos adormilados y sonreirá, y nuestro mundo se hundirá en la nada sin haber existido jamás. 

Heinrich Heine

Cuadros de viaje (fragmento)







        Ahora que lo pienso, creo que jamás he visto una luna tan rojiza como la de aquel atardecer, cuando de vuelta al autobús en la parada que hicimos en la estación, apoyo mi cabeza contra el
cristal de la ventanilla y me encuentro con ella de frente sin apenas esperarlo.


       Me quedo hipnotizada, la miro, la observo, casi no distingo como va ascendiendo hacia su lugar en el cielo y va cambiando de tono hasta llegar a su habitual brillo blanquecino, mostrándonos su cara más visible y haciendo que imaginemos su cara tímida y oculta.


       Me emociona saber que falta poco, a mitad de camino pienso que he estado a punto de no subir a ese autobús y ahora sé que me hubiera arrepentido toda la vida de no hacerlo.


     Aún cuando tengo a mi luna de frente el resto del camino consigo quedarme dormida y cuando despierto es porque el conductor nos dice que estamos a punto de entrar en la Estación de las Delicias, una construcción  moderna que me deja sin habla al verme rodeada de trenes, vías, escaleras y pasillos enormes que me resultan tan familiares.


       No soy capaz de quedarme en el hotel, quiero ver cosas, quiero cubrir mi mirada con la maravilla de ciudad a la que acabo de llegar y no me doy tiempo ni de deshacer la maleta. Cojo mi abrigo y me aventuro al centro de la ciudad sin conocerla, paseando entre calles mágicas y cientos de personas que se cruzan a mi paso, algunos mirándome extrañados por mi cara sonriente y de asombro al mismo tiempo queriendo absorberlo todo, empapándome de historia viva y

deseando ver más, mucho más.

   La Facultad de Medicina me deja boquiabierta. Paseo por el Portillo, mi sencillo móvil capta alguna imagen al azar pero que curiosamente no he decidido  fotografiar.


      Hace frío y decido que es hora de volver al hotel, quiero descansar y ponerme a escribir hasta que el sueño me tumbe. Y no me equivoco, cuando despierto de madrugada tengo el portátil sobre las piernas y mi espalda descansa en la cabecera de la cama.


      Tantas noches que habré despertado igual, ya he perdido la cuenta y no me importa.


       Despierto tarde, debo darme prisa si quiero estar a tiempo arreglada, pero me quedo un rato mirando por la ventana de la habitación, envuelta únicamente por un foulard y con los ojos aún

entreabiertos y medio cegados por un sol que me dice que hará un día precioso.


       Bajo el agua de la ducha dejo que caiga su calidez sobre mi y me ayuda a terminar de despertar; repaso cada fotografía que mi mente ha hecho la tarde anterior, cierro los ojos y una a una me hacen sonreír, entiendo la magia que hay en cada esquina de lo poco que he visto y quiero ver y saber mucho más. El día, tan solo acaba de comenzar...



© MaRía


miércoles, 20 de noviembre de 2013

Olor a colegio




La cartera no solía cambiar de un año a otro. Era marrón, con dos cremalleras al menos, un asa y una barriguita forzada por la costumbre de meter secretamente las cáscaras de las pipas que nos comíamos en clase si que la hermana Socorro se diese cuenta. La bata de rayas azules y blancas, muy estrechas, iba creciendo con una y las manchas de tinta condecorada perdían presencia con el paso de los lavados infatigables de mi madre.



Me peinaba con el desaire y el desarreglo de las chiquillas que aún no conocen el agotador trabajo de ser una presumida y me dejaba paciente atusar la ropa antes de salir a la calles subir la empinada cuesta de la carretera comarcal que me llevaba a la parada del autobús camino del colegio en el que año tras año fue transcurriendo mi infancia y juventud.





El primer día de colegio se renovaba el asombroso ceremonial de los olores: los lápices han dejado un aroma en las aulas que se resiste al paso del tiempo; pasan los años y aquella clase de primaria que me veía crecer poco a poco sigue oliendo a cuaderno forrado de papel morado que abría a diario con la parsimonia de los orfebres antiguos.





Dentro de él estaba la vida resuelta en garabatos y, al abrir sus hojas, parecía desprenderse el mismo perfume que se evapora al abrir un tarro de esencias. Ha quedado en las paredes, escrito en trazos de humos invisibles, y cuando abrimos las puertas nos asalta como un embozado irreconocible, y nos lleva al día en que volvíamos a vernos tras los largos meses de verano húmedo y lento, y a reconocernos algo más mujeres y presumidas. Las había que parecían no crecer nunca hasta que, de repente, un año aparecían con medio metro más y un puñado de granos desperdigados  por sus caras pánfilas, que eran las de todas.



   
     El colegio olía a colegio y las niñas olíamos a vapor de tinta. Recuerdo el día en que nos dejaron utilizar bolígrafo: la disciplina de la plumilla nos acompañó los primeros años y ese otro olor a tintura que la vertía en los tinteros, una a una, siempre la menos torpe de la clase la llevo plegada por algún pliegue del cerebelo. Y el olor que te embestía la correr la cremallera y hacerse con el bocadillo que alguna vez me envolvían en papel de calcar los patrones del Burda.



El pan era pan, y el melocotón era melocotón, tan dulce, tan jugoso, como un largo abrazo de agua. Recuerdo una niña que era la reina del membrillo y casi la de la tortilla.

Y las tizas, que olían, curiosamente, a tiza, no a otra cosa. Y los hábitos de las monjas, que olían a Dios casero, ya confesionario, y a la sonrisa de la Madre Superiora , que nos perdonaba los pecados con aquella grandeza de monja madrileña que igual estaba a las novelas que a los pucheros.




Tuve curiosidad por volver a oler la vida lenta de los colegios. Acompañé a mis hijos a la escuela y metí las narices en sus cosas. Reviví las mañanas de lunes y la vuelta al asombro de las costumbres, de los colores de la usanza antigua, como este texto escrito en blanco y negro.
De nuevo soy colegiala de mis sueños, los que tu pintas de colores o de blanco y negro . Me di cuenta de que la vida cambia de tonos, que siempre se puede volver a empezar en el aula del cariño más sincero.




3/10/2010
M.L

Extraño

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