La cartera no solía cambiar de un año a otro. Era marrón, con dos cremalleras al menos, un asa y una barriguita forzada por la costumbre de meter secretamente las cáscaras de las pipas que nos comíamos en clase si que la hermana Socorro se diese cuenta. La bata de rayas azules y blancas, muy estrechas, iba creciendo con una y las manchas de tinta condecorada perdían presencia con el paso de los lavados infatigables de mi madre.
Me peinaba con el desaire y el desarreglo de las chiquillas que aún no conocen el agotador trabajo de ser una presumida y me dejaba paciente atusar la ropa antes de salir a la calles subir la empinada cuesta de la carretera comarcal que me llevaba a la parada del autobús camino del colegio en el que año tras año fue transcurriendo mi infancia y juventud.
El primer día de colegio se renovaba el asombroso ceremonial de los olores: los lápices han dejado un aroma en las aulas que se resiste al paso del tiempo; pasan los años y aquella clase de primaria que me veía crecer poco a poco sigue oliendo a cuaderno forrado de papel morado que abría a diario con la parsimonia de los orfebres antiguos.
Dentro de él estaba la vida resuelta en garabatos y, al abrir sus hojas, parecía desprenderse el mismo perfume que se evapora al abrir un tarro de esencias. Ha quedado en las paredes, escrito en trazos de humos invisibles, y cuando abrimos las puertas nos asalta como un embozado irreconocible, y nos lleva al día en que volvíamos a vernos tras los largos meses de verano húmedo y lento, y a reconocernos algo más mujeres y presumidas. Las había que parecían no crecer nunca hasta que, de repente, un año aparecían con medio metro más y un puñado de granos desperdigados por sus caras pánfilas, que eran las de todas.
El colegio olía a colegio y las niñas olíamos a vapor de tinta. Recuerdo el día en que nos dejaron utilizar bolígrafo: la disciplina de la plumilla nos acompañó los primeros años y ese otro olor a tintura que la vertía en los tinteros, una a una, siempre la menos torpe de la clase la llevo plegada por algún pliegue del cerebelo. Y el olor que te embestía la correr la cremallera y hacerse con el bocadillo que alguna vez me envolvían en papel de calcar los patrones del Burda.
El pan era pan, y el melocotón era melocotón, tan dulce, tan jugoso, como un largo abrazo de agua. Recuerdo una niña que era la reina del membrillo y casi la de la tortilla.
Y las tizas, que olían, curiosamente, a tiza, no a otra cosa. Y los hábitos de las monjas, que olían a Dios casero, ya confesionario, y a la sonrisa de la Madre Superiora , que nos perdonaba los pecados con aquella grandeza de monja madrileña que igual estaba a las novelas que a los pucheros.
Tuve curiosidad por volver a oler la vida lenta de los colegios. Acompañé a mis hijos a la escuela y metí las narices en sus cosas. Reviví las mañanas de lunes y la vuelta al asombro de las costumbres, de los colores de la usanza antigua, como este texto escrito en blanco y negro.
De nuevo soy colegiala de mis sueños, los que tu pintas de colores o de blanco y negro . Me di cuenta de que la vida cambia de tonos, que siempre se puede volver a empezar en el aula del cariño más sincero.
3/10/2010
M.L
Y las tizas, que olían, curiosamente, a tiza, no a otra cosa. Y los hábitos de las monjas, que olían a Dios casero, ya confesionario, y a la sonrisa de la Madre Superiora , que nos perdonaba los pecados con aquella grandeza de monja madrileña que igual estaba a las novelas que a los pucheros.
Tuve curiosidad por volver a oler la vida lenta de los colegios. Acompañé a mis hijos a la escuela y metí las narices en sus cosas. Reviví las mañanas de lunes y la vuelta al asombro de las costumbres, de los colores de la usanza antigua, como este texto escrito en blanco y negro.
De nuevo soy colegiala de mis sueños, los que tu pintas de colores o de blanco y negro . Me di cuenta de que la vida cambia de tonos, que siempre se puede volver a empezar en el aula del cariño más sincero.
3/10/2010
M.L
Tengo pendiente de publicar la siguiente entrega de La Nota no se me olvida , ehh
ResponderEliminarFeliz día, y hasta la tarde
Un abrazo enorme a tod@s
Entrañable rcuerdos contados con sencillez, de una niña que todavía los vive con pasión y nostalgia,
ResponderEliminarNuy entrañable , Recordará a más de uno-a sentimientos similare.
Muy bonito.
Besos.
André
Qué súper imágenes y qué súper recuerdos, Coté. Y es verdad, esos olores son inolvidables, esas vueltas después del verano, las "sorpresas" al redescubrir a las compañeras, los bocadillos, los lápices, todo. Todo se puede volver a intuir si cierro los ojos y lo pienso. Y ahora he vuelto a presentir esos olores con mucha más nitidez después de leerte.
ResponderEliminarUn beso
Lo has descrito tal cual y me has hecho sentirme identificada recordando mi vida de colegiala.
ResponderEliminar¡¡Me encantaría volver a sentir ese olor a colegio!!.
Un besito enorme
mucho m temo q se perdió mi comentario. volvere mas tarde a mirar si está, esto d moderar comentarios es un sin vivir. besos María
ResponderEliminarGerard
Cuántos recuerdos se encienden con esta entrada, querida CoTé. Sé que es una tontería decir esto, pero me sorprende que a pesar de la diferencia de países, los sentimientos puedan tan parecidos.
ResponderEliminarUn beso grande.
HD
Precioso texto, Cote, como un viaje en el tiempo. No recuerdo haber usado plumilla nunca, pero sí las ganas que tenía de que me dejaran escribir los dictados con bolígramo, los lápices siempre me han dado dentera.
ResponderEliminarBesos
Me encanta leerte, narras de maravilla... y van pasando las imágenes, preciosas... Un placer.
ResponderEliminarMuchos besos.
leerte es volver a los años d estudiante, siento ese olor a colegio, te puedo decir q con nostalgia, para mi fueron años felices
ResponderEliminarbesos princesa
Gerard
Ahora los recuerdo con una sonrisa André y, en cierta medida, con nostalgia, es cierto pero te aseguro que fui muy traviesa en el colegio, yo creo que me tenían manía.. o no..
ResponderEliminarBesitos y feliz tarde
La vuelta al cole era lo mejor, Nena , el reencuentro con compañeras que durante los meses de verano no nos veíamos. Las tizas, el material nuevo... como recuerdo esos olores!! la primera ojeada a la nueva clase, y la intriga de saber que profesor/es nos iban a dar clase.
ResponderEliminarLa verdad era todo un acontecimiento, creo que me acuerdo de todos ellos.
Un besito y feliz tarde !!
Son etapas que nos marcan Amalia muchos años, muchas risas, muchos exámenes, muchas caras, que a veces me pregunto ¿donde estarán tantas y tantas personas que he conocido de niña?
ResponderEliminaren fin.. recuerdos de vida
Un besito querida amiga y feliz tarde!
Tienes razón Gerard sé qe es un poco coñazo, porque a mi me pasa en algunos blogs que comento y tienen moderación pero ahora debo de tenerlos así, cuestión de precaución que ya me he llevado algún disgusto y no me da la gana de leer impertinencias o palabras que no deben de leer mis lectores, a los que adoro, por cierto
ResponderEliminarBesitos
luego te comento más abajo jajaja
muuakkksksks
Tu nunca , que yo sepa, dices y/o dices tonterías, querido Humberto!!
ResponderEliminarSupongo que la raíz es la misma, se viva en donde se viva, son recuerdos de niñez, cuando la inocencia está casi intacta, recuerdos limpios.. comunes en todos los críos ( o eso al menos pienso yo)
Un placer verte por aquí
Besos y abrazos!!
Narci que razón tienes con el lápiz jaja; yo recuerdo que hasta segundo no nos dejaban usar el bolígrafo y que ilusión tener el primero en la mano!! La plumilla era cosa de las monjas, para tener buena caligrafía, y bueno.. aunque era complicado, y costaba sudor (y a veces lágrimas) no emborronar el papel, ha sido efectiva, creo que tengo una letra bonita y legible ( cuando quiero )
ResponderEliminarUn besito y gracias por tus palabras
Muchas gracias Misterio Azul , pero no te creas que narro tan bien, a veces no sale y cuanto más lo intento no ha forma; demasiado tengo en borrador esperando que esta cabeza se arranque y termine muchas historias.
ResponderEliminarPasar por tu espacio es un placer, la verdad es que es precioso
Besos a mares
Hola Gerard , de nuevo
ResponderEliminarjaja
los mios los recuerdo con alegría, fui muy traste, me escapaba por la ventana.. entre otras maldades
Un besito
BUENOS MOMENTOS LOS QUE SE VIVIAN EN ESA ETAPA DE LA VIDA.
ResponderEliminarUN BESAZO COTÉ!!!
Creo que ahora después de leer tu entrada, si cierro los ojos puedo incluso sentir el crujir de la piedras bajo mis pisadas en el patio mientras lo atravieso camino de la puerta de entrada, esas escaleras, las clases con los viejos pupitres... Para mí, recordar mi escuela me lleva mucho más lejos, fue la misma edificio incluido en el que mi madre aprendió a leer y escribir y donde escuchó alguna sirena durante la guerra... Me contaba algunas cosas y otras nunca quiso explicarlas... Uff... lo que me has hecho retroceder ahora mismo.
ResponderEliminarBesitos!!!!!!!!!!!!!
uys Vampi a saber lo que hacías tu jajaja
ResponderEliminarbesos a mares; Lord
:)
Ay FG, leo lo que me escribes y te comprendo, no sé que decirte, me has dejado pensado... en lo que podría sentir yo en tu lugar
ResponderEliminarUn besito dulce y un abrazo grandeee!
Que bella entrada, amiga, tan plena de nostalgia y tan entrañable... Nos has hecho retroceder a la infancia...
ResponderEliminarUn abrazo fuerte
Très jolies poésies, que de plaisir à la lire! les photos sont romantiques !
ResponderEliminarMerci de tes visites sur mes blogs.
Cath.
Gracias ANTIQVA, siempre tan amable
ResponderEliminarfeliz semana
Merci pour vos belles paroles Cath
ResponderEliminarUne étreinte douce!!
Un texto muy hermoso que invita a la nostalgia. Me parece sentir los aromas que describes y esbozo una sonrisa al recordar mis primeros lapiceros de colores.
ResponderEliminarMi saludo.
NaDa
Muchas gracias por tus amables palabras NaDa y por la vista
ResponderEliminarUn saludo también para ti
Feliz semana