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jueves, 5 de marzo de 2020

De amores y soledades



       El olor del café en la cocina llegó invadiendo  la sala de estar.
         


 Observaba , cuidadosamente, todos sus movimientos , sonriendo, bajando en ocasiones un poco la cabeza, por esa vergüenza innata que había adquirido con los años. Se sentía halagado por su bondad, por su  cariño que hacía con sus pequeños detalles una vida mucho más placentera.




           Casi parecía un niño por  su timidez.Muchas veces  se la había cruzado el patio del edificio o en el rellano. Su deseo se ahogaba en su vergüenza, y no encontraba la manera de acercarse a ella.   





         Esa tarde había decidido hacer de su mirada, una mirada  menos silenciosa que con el tiempo  había terminado convirtiéndose en una especie de intriga y de curiosidad que aumentaban día a día.




                          La cogió por sorpresa, la invitó a hacerle compañía en un paseo por la ciudad. Estuvo de acuerdo; el  casi balbuceando, y asintiendo con excesivo énfasis, se sonrojó cuando ella se rió de su reacción.



        Caminaron por las calles de la ciudad envuelta en el atardecer. A esas horas parecía liberarse de la carga del bullicio y del frenético movimiento que ocultaba su verdadera belleza. Esa tranquilidad que la transforma con sus colores  y sus sonidos, esos tan profundos que casi nadie escucha.

          En esa   ciudad era uno de ellos, perdido en su propia soledad; viviendo abrumado por la rutina diaria , la cual hacía que se olvidara de ella.  Ahora escuchaba a todos la voz solitaria, hablando con ella y para ella, sintiendo  con calma las vibraciones de su alma, esas vibraciones en las que se siente que se puede besar mientras se camina al lado del otro sin hablar.




          Ahora, de nuevo, sentado en el sofá, bebiendo café, recordaba esa tarde en la que  estuvieron  juntos sin dejar que nadie los descubriera ; esa tarde en la que se habían comunicado sólo con el silencio, como si las palabras fuesen demasiado pesadas para ellos, no sabían nada de su vida, pero era como si se conocieran desde siempre.

             Sin embargo, era  como si ese momento tan íntimo lo habían esperado ambos durante  mucho tiempo.






lunes, 24 de febrero de 2020

Vidas Perras

Suena. Por el boulevard de los sueños rotos . Sabina


Un hombre no vale gran cosa si no confía en sí mismo y no vale nada si los demás no pueden confiar en él


Venganza De Benjamin Black







Ladró el perro
en la calle más corta 
de la villa cansada
de la tierra más yerma.

Pasó un hombre
dando  tumbos
culpando a la vida 
del peso de sus hombros.

Se abrió la ventana
de la casa más baja
se escuchó un shhh
a modo de balada 


Era de madrugada
ya estaba acostada
se detuvo el hombre
miró la ventana
se volvió a perro
lo mandó callar

Conteniendo su risa
volvió a caminar
seguido del perro
ya sin ladrar




Llegó a la puerta
quitó el postigo
gritó al entrar
¿alguien da refugio?

Dentro de la casa
nadie contestó
el hombre entró
se sentó y comió.

Mientras en la calle
el perro aullaba
y una mujer dormía
sin darse cuenta de nada.

En aquella calle
todavía vive
aquel hombre solo
ya muy cansado
busca en el vino
presente y pasado

Ya no hay rúas
como las de antes
ni el perro ladra
ni la mujer duerme


Solo él camina
entre piedras desgastadas
en la tierra yerma.

Esto es todo lo que queda
en esta rúa vieja
un hombre solitario
entre tazas desquiciado





jueves, 23 de enero de 2020

A vueltas con su vida [Bis]



El que no afirma alguna vez con un sí definitivo, aclamativo, la atrocidad de la vida, no entrará en posesión de los valores incomparables de nuestro ser, se moverá solamente al margen, y, en el día en el que caiga la decisión, no habrá pertenecido ni a los vivos ni a los muertos

Rainer María Rilke.





¿Qué hago aquí?

            Recordaba haberse preguntado la misma cosa a miles de personas distintas, personas que hacían cola al otro lado de su espejo para darle los buenos días y lavarse el rostro ante sus ojos. Personas que nunca se repetían y que cada día esperaban respuesta diferente a su pregunta, pero sin obtener ninguna en realidad.

          Nunca había sido tarde para nada ni tampoco lo contrario, pero en multitud de ocasiones por su mente viajaba esa fortuna temporal del viajero impaciente, como una especie de apremio que en realidad, tampoco tenía sentido, como otras tantas cosas.

Decidió que la barba no le quedaba bien y se preparó para afeitarse.



          Primero enjabonó la brocha, cómo tocaba, con movimientos circulares y observando como como subía el bizcocho de jabón, sin necesidad de levadura. Luego se mojó la cara con un poco de agua caliente, y comenzó, primero el cuello, a contrapelo, luego subió hacia la barbilla y podía escuchar el sonido de la cuchilla al rasurar - rsss, rsss, abrasivo-; después las mejillas y las patillas, que se le enrojecían a cada viaje de cuchilla; y por último el bigote, ajustando la mano a los rincones, los rincones de su nariz, de su boca, pero en el último instante un mínimo error y se cortó. ¡mala suerte!, un mínimo tajo en la comisura de sus labios, pero suficiente para manchar la pila blanca donde yacía la brocha enjabonada.

¿Sería posible que alguna vez lograra eliminar las asperezas sin que saltara ni una sola gota de sangre?

Quizá no, pensó para sí



  Aprendí que los amores pueden venir repentinamente o terminar de la noche a la mañana, que los grandes amigos pueden convertirse en extraños perfectos y que, por el contrario,  un extraño puede convertirse en un amigo inseparable, que el "nunca más " nunca se hace realidad y que el "por siempre" siempre termina, que quien quiera algo puede hacerlo y quien esté determinado lo consigue, quien arriesga no pierde nada y quien no arriesga no gana, que si quieres ver a una persona tienes que buscarla de inmediato, mañana podría ser demasiado tarde, sentir dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional, y sobre todo aprendí que no tiene sentido negar la evidencia ... 


lunes, 13 de enero de 2020

Entre sueños y realidades

Tal vez no llegue a saber nunca cuanto le da en sus sueños.





         Quizá sus palabras no sean capaces de exponer todo lo que su cuerpo experimenta cuando el abre al puerta y aparece en su vida; cuando al cerrarla, tras de si, su mundo toma forma y nada existe más allá del umbral que acaba de atravesar.


      Sus manos hablan por sus labios, sus dedos lo recorren, su boca sella la suya.
Su mirada se hunde en sus ojos 
Sus manos desabrochan como nadie los botones de su camisa , y ella, hace lo propio con él.


      La pared les ayuda, después el sofá, la cama; todos los rincones, todas las posturas.

Su dominio es su servidumbre.

La fuerza, el abandono, la niebla en la mente, la falta de control; el placer más sublime.

Los gemidos, los suspiros, las palabras entre dientes.

Ninguna negativa; todo vale, todo se acepta.



 Se invierten los papeles


        Le deja, le toma, lo recorre, le da un beso y lo siente llegar.
Abrazos, palabras entrecortadas al unísono.


Caricias, abrazos tiernos, mimos.

       Una muñeca entre sus brazos, un osito de peluche entre los suyos.

Sus cuerpos apenas cubiertos por prendas arrugadas.

El y ella, ella y el, fundidos.



El tiempo, el reloj, las horas

El no quiere, ella no pide, pero su mirada le ruega :

-No te vayas.

       Un abrazo más, dos, tres, decenas.

Su mano que abre la puerta y el, el sale

Y ella que despierta; ya no puede seguir, sin dejar de pensar en él.

María


3/05/2013



sábado, 28 de diciembre de 2019

Volátil [Es]

Suena : Youkali [Mario Frangoulis ]


 Al fin de casi todo, 
mi barca vagabunda mecida por las olas,
con fuerza me arrastró,
 la isla misteriosa, 
la que soñamos todos, 
parece que te invita a entrar en su interior.

 Youkali,
 es el país que alguien soñó. 

Youkali, 
es donde se inventó el color,
Youkali,
 en su frontera se detuvo el dolor, 
en la oscuridad el rayo de luz,
la estrella a seguir, 
Youkali.


Aún  era medio día
 ella se acababa de acostar
cuando llovía , sonreía 
tumbada al sol
se sentía empapar 

Casi siempre 
al atardecer, oscurecía 
era entonces 
sombra y silencio
era cuartos de luna
 estrella sumergida en su mar

Desde joven temía su soledad
por eso inventaba lobos
 que aullasen en sus oídos


El viento era un soplo en su corazón
que  mantenía entretenido
en eternas primaveras
acariciando las
soporíferas amapolas


En otoño soplaba fuerte
cubriendo de hojas 
todas las palabras
de ancestros temores

Luego sería huracán
en impúdicas noches
donde junto a élla
su cuerpo volaba
la envolvía , la atrapaba

Aún era medio dia 
y ella se acababa de acostar
en un valle bañado de ríos
explorando sus márgenes

Ella dibujaba sueños
El se tornaba brisa 
El y ella, ella  y él
 dibujaban nubes
de dulce algodón 
en un cielo dorado
y en un arcoiris invertido
regalaban a la tierra
fecundas sonrisas 

Aún era medio día 
y ella fingía ser madrugada
él, canto  de pájaro 
la despertaba 
colándose entre sus sábanas

Juntos conquistaron
las tardes y sus noches
los días y sus madrugadas

Conforman un universo
un espacio único
una isla inventada
aire y latido


El , despliega sus  alas
Ella, vuela en sus horas
El por ella enloquece
Ella sin él adormece

María

lunes, 16 de diciembre de 2019

[Des]Velados Secretos

Suena : Día de lluvia- Carlos Rivera y Abel Pintos



La biología es lo más pequeño que hace a alguien una madre 

 Oprah Winfrey

           A veces sucede, que hay personas que te recuerdan hechos, bien sean vividos, imaginados. 

   A veces sucede que te encuentras por la vida, personas generosas , humildemente sabias, generosas en cada paso que dan, en cada palabra, en cada gesto [ conocido o no ] .

     También sucede, por suerte, que las personas te dibujan sonrisas mientras estás tomando el café

    Hoy publico algo viejito que leyendo a Ester me lo ha recordado . Hoy esta entrada [ con el permiso de Ella] es compartida .

     Espero os gusten en cierta medida, las dos caras de la misma moneda 




Una voz la devolvió a la realidad, por megafonía anunciaban la inminente salida del Expreso.

Su cuerpo se heló, asustada por el poco tiempo del que disponía para estar a tú lado. El miedo la estaba paralizando, las palabras más deseadas no salían, se agolpaban en su garganta pidiendo paso, era tanto lo que quería decirle y tan poco tiempo que su mente no lograba organizar todo ese cúmulo de sentimientos que brotaban de su interior


Lo miraba, contemplaba tu actitud.



-¡Que distinta a la mía, amor mío!
El cielo sobre ella se llenaba de negros nubarrones, él, tan sólo, se preocupaba de su equipaje, de su número de asiento, de sus compañeros.

Eva le seguía rogándole una mirada, un gesto que le diera a entender que los dos sentían lo mismo.

La desesperación hizo que le agarrara su mano, con la rabia de una fiera herida, le clavó las uñas hasta que un quejido salió de tu garganta,

¡Mírame ! le rogaba sin hablar; sus ojos brillantes hicieron el resto.



-Tranquila cielo, estaré bien y me sonreíste.


¡Bien!. ¡ Él claro que estará bien!


Le seguía, le miraba, sus ojos le pedían un beso, un abrazo, una caricia, pero sus ojos se centraban en cosas vanas y absurdas…


En ese instante, sonó el último aviso, un aviso que venia acompañado de una mano invisible que le desgarró las entrañas, su alma sangraba, el dolor era tan intenso que apenas una lágrima se deslizó por sus mejillas, sus piernas no le respondían, se sentía desvanecer ya no por tu partida, era la indiferencia que percibía, herida de amor necesitaba su auxilio y no lo veía.


Un beso apresurado humedeció sus labios y se mezcló con las lágrimas, lágrimas de amor y desesperación.


Ennegrecidas por la carbonilla del expreso al partir.


Lágrimas que durante ocho meses ocultaría como su vientre.


María ©




Fue una tarde, ya de noche...
vengo a decírtelo ahora
ahora que te tengo enfrente,
era fiesta, ¿o no lo era?
recordarlo no lo recuerdo,
y nos fuimos monte adentro
tampoco sé como de adentro
pero nos fuimos los dos,
perdimos la voluntad,
las ganas nos ganaron, 
el deseo nos cegó;
así tal como te cuento el cuento
ahora aquí, solas tu y yo,
muy despacio te lo aclaro:
allí te concebimos
sin saber el significado
de una palabra extraña
ni de unos actos nuevos.
Y nos quedamos solas
solas las dos, tu no me veías
y yo sin verte te sentía;
y así con la pena prendida
el alma triste y partida,
aprendimos a querernos
así como te quiero ahora
como te he querido siempre.
Pasó el tiempo, esos meses,
nadie dijo nada, nadie reclamó
y ahora ya no es hora
ahora sí que no.

Sin contarte que fue duro, que no tenía experiencia, que me daba miedo romperte, que sola pero contigo, que crecí de golpe, que me hice mujer, muy mujer, que me salté unos años, que me enfrenté al mundo contigo y por ti.
Así y no de otra manera.
Así .

Así .



He entintado de un color azul
el cristal con que miras el cielo
para que cuando falte luz
yo te pueda cambiar los inviernos.

Y he guardado mi corazón,
en tu piel,
para siempre abrazarte.
Me he robado un poco del sol
para que en tu mirada no falte.

Tengo un día de lluvia
por si acaso quisieras bailar
y una noche de luna
para cuando quisieras soñar.
Tengo un día vivido,
buscaré algún refugio en el mar
para que no lo encuentren,
para que no se pueda borrar.

Día de lluvia 
Carlos Rivera y Abel Pintos



martes, 12 de noviembre de 2019

La Herradura de siete agujeros



La libertad no es digna de tener si no incluye la libertad de cometer errores


Mahatma Gandhi







     Los Caprichosa viven felices en el campo, siempre han tenido todo cuanto han deseado, su acomodada vida bucólica les ha permitido nutrirse de alegrías y dulzuras, sin paliativo alguno.



     Cuando la primogénita de los Caprichosa cumplió los 18 años, pensó que quizá era un buen momento para ganar algo de autonomía e independencia y no se le ocurrió otra cosa que desear un caballo.



Papa, quiero un caballo- decía la niña-.

¿Para qué quieres un caballo, hija? – le preguntaba su padre-.

-Yo creo Papá, que ha llegado el momento de sentirme un poco libre a lomos de un fuerte animal, sentir que puedo tomar las riendas de mi vida y alejarme un poquito de vosotros con la esperanza de tener algún día una vida tan placentera como la vuestra, pero construida por mí- respondió la hija- Y además porque todo el mundo tiene un caballo –añadió con voz más baja.

Ante la elocuencia de tal respuesta, el padre no podía negarse





-Necesitaremos tiempo para elegirte el caballo adecuado – le dijo.

-No hay prisa Papá- sonrió la niña-

     Los Caprichosa eran gente ordenada y tradicional, procedentes de buenas familias y acostumbraban a hacer las cosas bien. Así que para elegir al caballo de la niña, colgaron algunos carteles por el pueblo, pusieron anuncios en la prensa local y llamaron a algunos corredores de caballos, que afirmaban representar a los mejores.




      Por el rancho de los Caprichosa, pasaron caballos de todo tipo, pasó el caballo percherón con ausencia de buena percha, pasó el caballo de carreras que parecía haberse caído en un cubo de café y que con prisas siempre llegaba tarde a todos lados, pasó el caballo árabe con tanta pura sangre que no sabia hablar más que de su familia, pasó un caballo de tiro que no tenia muy buena puntería, pasó un pony que no daba la talla, incluso pasó un mulo que se afirmaba caballo aunque sus modales le destapaban. Ninguno de los caballos parecía satisfacer a la niña, hasta que llegó el caballo razonable.





-¿Y tu quien eres? – le dijo la niña al caballo-

-Soy el caballo razonable- le dijo el caballo-

-¿Y que raza de caballo es el caballo razonable?, nunca había oído hablar ti.

-Claro que no, ya que no pertenezco a ninguna estirpe famosa- le respondió el caballo orgulloso de su independencia.

-¿Y que te hace pensar que voy a elegirte a ti, caballito?- le preguntó la niña intrigada.

-Pues no me lo hace pensar, el azar me ha traído hacia aquí y quiero saber hacia donde me llevará después.

-Pero entonces, ¿no te importa que no te elija?

-Pues no, pero quizá podría gustarme. Eso aún no lo sé.


     El caballo y la niña estuvieron charlando durante largo rato, parecían llevarse bien el uno con el otro.


-Dime una cosa –le dijo la niña- ¿por qué te llamas razonable?

-Porque hago siempre lo que me place, siempre que tenga razones para hacerlo -Respondió el caballo-.

-¿Entonces no vas a ser dócil, ni obediente, ni me llevarás donde yo quiera? -preguntó alarmada la niña. ¿Para que querré un caballo si no hace nada de eso? – Preguntó de nuevo-

-Pues no, pero iremos donde los dos queramos, estaremos contentos el uno con el otro, y nuestra relación será de igual a igual. – y dicho esto se dio media vuelta y se marchó-

-¿Te marchas? Si me gusta mucho como eres… ¿por qué?

-Pues porque aún no me has dado razones para quedarme –le respondía a lo lejos el caballo mientras se iba - pero no te preocupes, quizá algún día vuelva, niña caprichosa.


     Y allí se quedó la niña caprichosa sentada en el suelo, esperando la vuelta de su caballo razonable, y haciendo motivos para que volviera.





viernes, 25 de abril de 2014

El Espejo (Epílogo)







          Con sus manos atadas en la nuca, la sensación de poder que ella había empezado a sentir, aumentó tanto como su excitación. Con calma le quitó los zapatos y los calcetines. Le bajó los pantalones hasta los tobillos y se los quitó también.

         Su miembro delataba su excitación, aunque él no parecía demostrarla. Le atraía como un imán y estuvo tentada de acariciarlo, pero se contuvo. Le quitó, por fin, su prenda más íntima, y observó su desnudez. A pesar de la diferencia de edad, se sentía totalmente atraída por ese hombre.

Le sugiero que, si va a utilizar el cinturón, me quite antes la camisa


En la estantería donde se amontonaban los libros y junto a otros objetos, vió una daga de plata repujada. Se acercó a cogerla, la sacó de su funda y comprobó su filo.

Con una sonrisa, inquirió con la mirada a su maniatado anfitrión

- No se prive, estoy en sus manos


        Con la ayuda de la daga, la camisa quedó en unos segundos hecha unos jirones. Cortes superficiales en la piel empezaron a sangrar ligeramente En ese momento, su única vestimenta era el cinturón del batín.

      Sin avisarle, ella, descargó un golpe en sus nalgas con el cinturón. Él mordió su labio inferior por que sabía lo que venía a continuación, y le gustaba

- Su visión se va a realizar - le dijo


      Y mirando hacia el espejo comenzó a azotarlo con una cadencia, como si un metrónomo marcase el ritmo de sus golpes.

Plas – plas – plas - ……

        Al principio no notó nada, pero a medida que se iba cansando, vio algo diferente en el espejo. La visión no era tan nítida como antes, pero no le dio importancia.

      Él había aguantado estoicamente, sin que su virilidad se viese resentida, muy al contrario, su miembro parecía haber aumentado su tamaño.

      Le hizo arrodillarse, lo tomó del pelo y, forzando su cabeza hacia atrás lo besó con furia. Su lengua, buscó la del hierático hombre que la había trastornado. No comprendió su falta de respuesta, y eso la enfureció.

- ¿Qué pasa, ahora no le gusto? - Le gritó en su cara

El no respondió, y mantuvo su expresión.


       Mientras lo agarraba por el cinturón que sujetaba sus manos, tuvo unos instantes de lucidez en que no se reconoció en ese papel. Jamás había tenido aficiones sado-masoquistas. Más bien era tradicional con el sexo. Pero algo le impedía parar.

      Busco un sillón para sentarse y continuar con la visión del hombre, que se había fundido con la suya. Ya no podía distinguir donde empezaba una y acababa la otra.

      Lo  frente al espejo, abrió sus piernas y obligó al hombre a meter la cabeza entre ellas. Se encontraba completamente mojada por la excitación.

Su monte de Venus estaba depilado y la lengua que minutos antes le había sido negada, empezó a recorrerlo lentamente.

Le soltó el cinturón para tener mejor movilidad y se dispuso a disfrutar mirando al espejo.


     Esta vez vio sin ninguna duda que en el espejo había un halo que impedía ver con nitidez su reflejo. Pero eso no importaba, la lengua extraña recorría su vagina con la misma cadencia que había recibido los golpes. Sus gemidos aumentaron en intensidad indicando la proximidad del momento deseado.

El momento del orgasmo le llevó sensaciones desconocidas, hasta entonces para ella. Solo duró unos segundos, pero pensó que había tocado el cielo.

- ¿Se encuentra bien?


Mientras ella se recuperaba, escuchó la pregunta que le hacía

- Ssssi – respondió, todavía en una nube.


         Él se levantó, retiró el sillón y la tumbó en la alfombra. Sin preámbulos, se acostó encima de ella e inició el juego amoroso, con un vigor inusitado para su edad. Ella resistía como podía sus envites que le transmitían a la vez placer y dolor. Sus manos recorrían su espalda humedecida por la sangre de los cortes, tiñéndolas de rojo

Giró su cara y pudo ver como el halo del espejo parecía haber cobrado movimiento.

       Se asustó y cuando le iba a decir que parase, nuevas oleadas de placer la invadieron, a la vez que notó que él también había terminado.

     Se sumió en un sopor irresistible. Estaba muy cansada y solo quería dormir.

Cuando despertó, él se había marchado y el espejo había desaparecido. Se vistió y salió a la calle.




     Al pasar por un escaparate, vio reflejado su rostro. Volvió sobre sus pasos para confirmar lo que había visto. Su juvenil aspecto, había desparecido. Representaba , al menos diez años más que los que tenía.

Al día siguiente volvió.

Parecía deshabitada.

     Preguntó y le confirmaron que llevaba vacía muchos años y que existía una leyenda sobre un antiguo dueño de esa casa, aficionado a prácticas ocultistas, que utilizaba un espejo, traído de uno de sus viajes a Oriente, para atraer a mujeres a las que seducía para robarles su juventud.




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Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

miércoles, 2 de abril de 2014

El espejo, 4ª parte - la espiral-




Contemplando aquella escena me había olvidado por completo del mundo exterior , no sé el tiempo que pasé allí delante de el, pero a deducir por la cara de aquel hombre no debió de ser poco. Aturdida, por todo aquello me costaba hablar.


Notaba como ese desconocido  me recorría con la mirada, me sentía como en la imagen del espejo, desnuda ante él.


- Debió gustarle lo que ha visto ¿no me lo quiere contar?

Seguía sin poder hablar, nerviosa miré el reloj. Buscaba una escusa para marcharme pero no quería irme, deseaba que aquella imagen fuera real. ¿Cuánto tiempo había estado el detrás de mi? ¿Que era lo que el veía?


- Perdone, me distraje, pensará que soy una maleducada, usted me ofrece su hospitalidad y yo me pierdo en mis pensamientos. Le ruego me disculpe. 

Me pidió de favor que le comentase lo que veía en el espejo, que necesitaba saberlo. Me dijo que muchas veces a él también le pasaba lo mismo, era como si el  lo trasladase a un mundo de fantasías.


Me tomó la mano y me invitó a sentarme de nuevo en aquel sofá Yo seguía callada, le miraba y al mirarlo volvía a desearlo.


-Se lo que ha visto, o lo intuyo, no se moleste sí me equivoco y quiero dejarle claro de antemano que no pretendo ofenderle en ningún momento. Pero ya que usted calla, le contaré mis visiones.




         Diciéndome esto posó suavemente una mano en mi muslo, notaba el calor de su mano a través de la tela del batín, mi corazón se aceleraba, un sudor frío recorría todo mi cuerpo y mis pechos me dolían, me dolían como hacia mucho tiempo que no me sucedía. El me hablaba, me contaba, me acariciaba y me deje llevar, llevar por lo que deseaba, por lo que había visto. Cerré los ojos, me desabroché el batín y comencé a acariciarme los pechos disfrutando de sus palabras. De pronto algo frío corría por mis pechos lo que me hizo abrir los ojos de inmediato. Una piedra de hielo en sus manos fue el detonante de mi decisión e inmediatamente me ergui.




-Estoy en inferioridad de condiciones. ¿no cree?

     Me acerqué y poco a poco le desabroché su camisa, solté la hebilla de su cinturón , y le liberé de sus pantalones. Allí le tenía semidesnudo, ahora era yo la que iba a contarle detalladamente lo que vi. Cogí el cinturón del batín sujetándole las manos detrás de la nuca; su camisa desabrochada, su miembro a la vista; el callaba ahora, sólo observaba, me recorría con esa mirada lasciva y tierna a la vez.

- Bueno, ya que deseaba tanto saber lo que vi.. Lo verá y lo vivirá. ¿Tiene algún inconveniente? Puede ser que me lleve, mucho, mucho tiempo el contárselo...

Negó con la cabeza a la vez que hacía una mueca de satisfación y sonreía.


-Esta parte consigue efectos muy gratos en mi, pero ya que está usted enfadada supongo que lo que hará es ponerme así atado y sin pantalones, frente al espejo, y con el cinturón del pantalón, desahogar su furia, y ver que efectos consiguen sus golpes, y al verlo, coge mi cabeza con su mano derecha, me arrodilla, inclina mi cabeza hacia atrás y me besa en los labios. Esto unido a los golpes consigue efectos milagrosos sobre mi. Esto la excita. Se sienta en una silla, separa el batín y espera a que hunda mi cabeza en usted. Le gusta verme así, atado, delante de usted.Y en eso estoy.(Espero no enfadarla de nuevo, o quizá si. Se pone muy guapa cuando se enfada.)


Después de escucharlo me di cuenta que no eran dos escenarios: el real y el que yo vi en El, si no tres puesto que aquel hombre tenía su propia ""visión". El ambiente se tornaba casi tenso, un duelo entre dos y ruido del péndulo marcaba que era hora del siguiente paso.


Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

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