miércoles, 2 de abril de 2014

El espejo, 4ª parte - la espiral-




Contemplando aquella escena me había olvidado por completo del mundo exterior , no sé el tiempo que pasé allí delante de el, pero a deducir por la cara de aquel hombre no debió de ser poco. Aturdida, por todo aquello me costaba hablar.


Notaba como ese desconocido  me recorría con la mirada, me sentía como en la imagen del espejo, desnuda ante él.


- Debió gustarle lo que ha visto ¿no me lo quiere contar?

Seguía sin poder hablar, nerviosa miré el reloj. Buscaba una escusa para marcharme pero no quería irme, deseaba que aquella imagen fuera real. ¿Cuánto tiempo había estado el detrás de mi? ¿Que era lo que el veía?


- Perdone, me distraje, pensará que soy una maleducada, usted me ofrece su hospitalidad y yo me pierdo en mis pensamientos. Le ruego me disculpe. 

Me pidió de favor que le comentase lo que veía en el espejo, que necesitaba saberlo. Me dijo que muchas veces a él también le pasaba lo mismo, era como si el  lo trasladase a un mundo de fantasías.


Me tomó la mano y me invitó a sentarme de nuevo en aquel sofá Yo seguía callada, le miraba y al mirarlo volvía a desearlo.


-Se lo que ha visto, o lo intuyo, no se moleste sí me equivoco y quiero dejarle claro de antemano que no pretendo ofenderle en ningún momento. Pero ya que usted calla, le contaré mis visiones.




         Diciéndome esto posó suavemente una mano en mi muslo, notaba el calor de su mano a través de la tela del batín, mi corazón se aceleraba, un sudor frío recorría todo mi cuerpo y mis pechos me dolían, me dolían como hacia mucho tiempo que no me sucedía. El me hablaba, me contaba, me acariciaba y me deje llevar, llevar por lo que deseaba, por lo que había visto. Cerré los ojos, me desabroché el batín y comencé a acariciarme los pechos disfrutando de sus palabras. De pronto algo frío corría por mis pechos lo que me hizo abrir los ojos de inmediato. Una piedra de hielo en sus manos fue el detonante de mi decisión e inmediatamente me ergui.




-Estoy en inferioridad de condiciones. ¿no cree?

     Me acerqué y poco a poco le desabroché su camisa, solté la hebilla de su cinturón , y le liberé de sus pantalones. Allí le tenía semidesnudo, ahora era yo la que iba a contarle detalladamente lo que vi. Cogí el cinturón del batín sujetándole las manos detrás de la nuca; su camisa desabrochada, su miembro a la vista; el callaba ahora, sólo observaba, me recorría con esa mirada lasciva y tierna a la vez.

- Bueno, ya que deseaba tanto saber lo que vi.. Lo verá y lo vivirá. ¿Tiene algún inconveniente? Puede ser que me lleve, mucho, mucho tiempo el contárselo...

Negó con la cabeza a la vez que hacía una mueca de satisfación y sonreía.


-Esta parte consigue efectos muy gratos en mi, pero ya que está usted enfadada supongo que lo que hará es ponerme así atado y sin pantalones, frente al espejo, y con el cinturón del pantalón, desahogar su furia, y ver que efectos consiguen sus golpes, y al verlo, coge mi cabeza con su mano derecha, me arrodilla, inclina mi cabeza hacia atrás y me besa en los labios. Esto unido a los golpes consigue efectos milagrosos sobre mi. Esto la excita. Se sienta en una silla, separa el batín y espera a que hunda mi cabeza en usted. Le gusta verme así, atado, delante de usted.Y en eso estoy.(Espero no enfadarla de nuevo, o quizá si. Se pone muy guapa cuando se enfada.)


Después de escucharlo me di cuenta que no eran dos escenarios: el real y el que yo vi en El, si no tres puesto que aquel hombre tenía su propia ""visión". El ambiente se tornaba casi tenso, un duelo entre dos y ruido del péndulo marcaba que era hora del siguiente paso.


Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Extraño

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